A biblioteca convértese nun escape room… pero segue sendo o mellor refuxio





Del 9 al 13 de octubre, casi 100 personas de distintas universidades CEU se lanzaron a recorrer el Camino de Santiago en una experiencia única organizada por la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Fueron días de caminatas, oración, convivencia y muchas emociones compartidas.
Desde nuestra escuela participaron siete alumnos —Carolina, Aroa, Gala, Mario, Lara, Irene y Mireia— junto a Noelia Lorenzo, del equipo de administración y servicios. Juntos vivieron una aventura que los llevó desde Pontevedra hasta Santiago, pasando por Caldas y Padrón, con actividades que enriquecieron la experiencia:
* Oraciones y meditaciones dirigidas por sacerdotes como el P. Francisco, P. Alberto y P. Pablo.
* Reuniones por grupos y campus, fomentando el diálogo y la reflexión.
* Celebraciones religiosas, como la adoración de la cruz, misas en parroquias locales y una Hora Santa en San Francisco.
* Momentos de convivencia, como cenas compartidas, veladas y dinámicas grupales.
La llegada a la Catedral de Santiago fue el broche final de una experiencia que, sin duda, quedará en el recuerdo de todos.
Desde la escuela, agradecemos a todos los participantes por representar con tanto entusiasmo nuestros valores y por vivir esta experiencia con espíritu de comunidad y superación.



El pensador y pedagogo Gregorio Luri visitó la Escuela de Magisterio CEU de Vigo para ofrecer una conferencia centrada en los retos de la educación actual. Ante un auditorio repleto de estudiantes y profesores, Luri defendió con firmeza el papel del maestro como figura esencial del sistema educativo y advirtió sobre los peligros de una enseñanza sometida en exceso a la planificación o a la moda de la innovación. “Nunca sometas la espontaneidad a la programación”, afirmó, subrayando la necesidad de mantener viva la autenticidad y la humanidad en el aula. Para Luri, “los políticos van y vienen, pero los maestros permanecen. El poder real en la educación reside en ellos”.
Durante su intervención, compartió una anécdota vivida en un pequeño pueblo colombiano llamado Cúcuta, donde los docentes le pidieron: “Por favor, respete a nuestros alumnos; no se lo ponga fácil”. Con este ejemplo, quiso destacar el valor del esfuerzo y del respeto al proceso de aprendizaje como camino para alcanzar la excelencia. El pedagogo también cuestionó la llamada “fiebre de la innovación”, recordando las palabras de Christensen (1996) sobre la innovación disruptiva. “En la empresa, si algo fracasa, el coste es material; en la escuela, el coste es personal”, señaló, invitando a reflexionar sobre la responsabilidad ética que implica educar. En este sentido, recordó cómo en la actualidad se está viendo el fracaso del proyecto impulsado por Nicholas Negroponte, creador de la iniciativa un ordenador por niño, como ejemplo de cómo la tecnología no puede sustituir el vínculo humano ni la vocación docente y animó a los presentes a poner en práctica la didáctica de la lectura de las caras de los alumnos, algo que con una pantalla de por medio no es posible. Luri insistió en que “un maestro que no quiere mejorar cada día no merece su nombre” y reivindicó la importancia de la observación y la empatía en el aula: “La didáctica más importante es la lectura de las caras de los alumnos; el mejor método es siempre un buen maestro”. En su análisis de los resultados internacionales, se refirió también al informe PISA y a la situación de Finlandia, un país que durante años fue modelo educativo y que hoy presenta, según Luri, “unos resultados muy preocupantes”.
Por la tarde, el autor mantuvo un encuentro con los alumnos de cuarto curso de los grados de Educación Infantil y Primaria que se encuentran realizando sus prácticas. Con ellos reflexionó sobre el proceso lectoescritor, la importancia de la lectura y la escritura en las primeras etapas y lo que él denomina el “efecto velcro”, esa teoría por la que los niños han de pasar de aprender a leer a aprender leyendo. Con su habitual cercanía y profundidad, Gregorio Luri recordó a los futuros docentes que la lectura es el bisturí de los maestros y que de la misma manera que no nos pondríamos en manos de un cirujano que maneje bien el bisturí, tampoco debiéramos fiarnos de un maestro que no lee.

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